Super Anti Héroes

Los grandes relatos tendrán que esperar

Archive for febrero 2011

El tren que nos quitaron. Y el próximo

Posted by tremalnaik en 22 febrero 2011

OSCAR TAFFETANI
22/2/2011

«Padre, ya viene el tren de Alemanía –dice el salteño Manuel J. Castilla, en uno de sus más bellos poemas– anúncialo tocando la campana / ponte la gorra, cierra la ventana / que ya no hay nadie en la boletería. // Madre, ya viene el tren con su alegría / y el crisantemo de humo que desgrana./ No sé por qué te siento más lejana / cuando lo mira tu melancolía. // Oh, padre, adiós perdido entre los trenes, / nadie despide a nadie en los andenes / donde no sé por qué yo siempre espero. // Nadie despide a nadie hasta que un día, / en un remoto tren de Alemanía / adolescente, con ustedes, muero».

Es difícil escribir algo después de ver arder la brasa de un poema. Todo ya fue dicho. ¿Para qué más? Y sin embargo, periodistas, queremos que la belleza capturada en pocas palabras nos ayude a entender. Y así bajamos al dantesco infierno de la prosa a entreverarnos con el mundo, para ver que el tren puede ser también un castigo, un dolor, una pesadilla junto a la cual los niños crecen sin poesía y los grandes decrecemos. Y nos hacemos más chicos de espíritu. Y perdemos el único sueño que nos justifica.

Pedraza y el crimen mayor

“Ramal que para, ramal que cierra”, dijo algún lenguaraz de tiempos privatizadores. Y repitieron a coro los diarios del sistema (es decir, todos los diarios). La cleptocracia, de la mano de Menem, Duhalde, Dromi, Cavallo, Ordóñez y otros sátrapas bien pagos y bien dispuestos, le bajó el pulgar al tren. Y decidió que la empresa pública Ferrocarriles Argentinos dejara de ser pública. Dejara de ser empresa. Dejara de ser.

La dirigencia de los gremios ferroviarios, traidora a la herencia de un siglo, negoció con ese poder privatizador algunas prebendas: “El Belgrano Cargas lo queremos para nosotros”; “El tren a Mar del Plata podría ser provincial, y así les damos trabajo a muchos compañeros”; “El paro se levanta, porque no vamos a poner palos en la rueda a la política del gobierno nacional…”

Muy pronto, los ramales “no rentables” fueron desactivados. Y los pueblos que vivían de esos trenes comenzaron a morir. Las empresas concesionarias empezaron a explotar los tramos “rentables”, sin hacer una mínima inversión en mantenimiento de rieles y parque ferroviario. A la vez, las empresas “tercerizadas” (integradas por familiares y amigos de la dirigencia sindical) comenzaron a facturarle al Estado –viejo negociado- por servicios que nunca se prestaban. Y ambos, concesionarios y tercerizadas, empezaron a disfrutar de un subsidio que llegó a superar el presupuesto entero de los ferrocarriles cuando eran empresa pública. Hasta hoy.

Las inagotables propiedades ferroviarias (al costado de las vías, alrededor de las estaciones, en los puertos, en las ciudades) comenzaron a ser administradas por la ONABE y otros organismos cuyos funcionarios se enriquecieron vendiendo o concediendo esos bienes que eran del pueblo argentino (aunque el pueblo no había sido debidamente informado).

Por último, quedaron las orillas, los áridos terraplenes junto a las vías, los depósitos abandonados, las playas de maniobras desactivadas. Allí se establecieron los “sobrantes” de la sociedad, los expulsados, los NN del hambre y del crimen (y del crimen del hambre). Y todavía están, en Retiro, en Agüero y en los siete puentes, en los vagones oxidados, allí donde la “ciudadanía” no llega. Allí donde la “asignación universal” se vuelve particular y esquiva.

En todo eso, el secretario de la Unión Ferroviaria, José Pedraza, tiene mucho que ver. Esta mañana del martes, la Justicia lo mandó a buscar a su piso de Puerto Madero (un barrio residencial, lujoso) para que responda por el asesinato del militante obrero Mariano Ferreyra. Una minucia. Una mancha más para el leopardo. Pero todavía nadie lo ha llamado a Pedraza para que responda por el asesinato del tren.


El pueblo que está solo y espera

Raúl Scalabrini Ortiz (¡pongámonos de pie!) supo estudiar a fondo el negocio de los trenes y el transporte público en una época argentina. Don Raúl alcanzó a ver la nacionalización y estatización de los ferrocarriles argentinos, en los ‘50. Pero, más importante, alcanzó a ver la constitución de una empresa pública donde los obreros, los empleaos, los ingenieros y directivos compartían la mística de un proyecto que nos contenía a todos, a los maquinistas, los señaleros, los boleteros y los pasajeros del tren.

Ya no está don Raúl (y menos mal que no está, porque se ahorró este mal trago) para ver que en José León Suárez hay una villa miseria donde los chicos recogen las migas que caen de los trenes y los contenedores descarrilados. Ni para ver que la policía los mata a balazos, como una plaga o una especie silvestre de los campos, que amenaza la propiedad privada.

Ya no está para ver que la empresa Ferrobaires –propiedad del estado provincial- desinvierte en vías, en coches y en locomotoras. Y anula los frenos de las formaciones para no tener que gastar en su mantenimiento. Y provoca choques como el de San Miguel, en febrero, con cuatro muertos y casi un centenar de heridos.

Menos mal que no está don Raúl para ver que en José C. Paz, muy cerca de San Miguel, el tren ya no es sólo una posibilidad regular, horaria, de suicidarse, sino que también sirve para matar a otro, arrojándolo a las vías.

Y menos mal que no vive don Manuel, poeta inmenso, para ver que ya no vendrá ningún tren desde La Viña hasta Alemanía. Que no tendrá su padre que calzarse la gorra ni ponerse el chaleco; y no tendrá que tocar la campana.

Contó una vez Roberto Arlt –si la memoria no nos falla- que aquel “hombre que está solo y espera” de Scalabrini Ortiz, aquel hombre “de Corrientes y Esmeralda”, era el hombre que llegaba a una estación unos instantes después de que el último tren había partido. Ha pasado mucho tiempo. Y muchos trenes. El hombre solo de Scalabrini ha devenido un pueblo. Y ese pueblo merece una nueva historia. Y un nuevo tren. En él pensamos. Y para él escribimos.
(Escrito para APe)

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Un asesino serial de pibes

Posted by tremalnaik en 16 febrero 2011


OSCAR TAFFETANI
16 Febrero 2011

“Otra vez por la espalda”, tituló el martes esta Agencia la crónica del asesinato de un muchacho en Baradero, a manos de un efectivo de la policía bonaerense. Ese “otra vez” señalaba la coincidencia con el asesinato a mansalva de otros dos jóvenes en José León Suárez, también territorio bonaerense, y también a manos de la policía provincial.

Más allá de los matices y pequeñas diferencias de las que dan cuenta las respectivas crónicas, si partiéramos de la hipótesis de que existe un asesino serial de pibes, que los viene liquidando de distintas maneras, desde hace más de 30 años, y que mantiene un cierto patrón de comportamiento, avanzaríamos en el conocimiento de la espantosa realidad criminal que nos golpea. Y acaso podríamos finalmente hallar, tras la pesquisa, al asesino serial, para juzgarlo y condenarlo, y para evitar que reaparezca y siga matando a nuestros chicos.

Los móviles del terror

A mediados de los ’70, cuando la Bonaerense aún no se llamaba así ni llevaba el estigma de ser una maldita policía, el poder político la puso bajo mando militar y la utilizó en una faena de exterminio de la militancia juvenil de la patria (para prueba, veamos tan sólo la estadística, o consultemos ese arduo volumen titulado Nunca Más).

En centros bonaerenses de detención como Arana y Pozo de Banfield, estudiantes secundarios y universitarios, jóvenes trabajadores y simples militantes de las villas y barrios populares fueron torturados, fusilados en las sombras y desaparecidos. Cuando esos chicos o sus familias tenían bienes, los llamados grupos de tareas saqueaban las viviendas y extorsionaban a las familias para cobrar rescates. Llegado un momento, como se ha probado en decenas de causas, el presunto delito de los jóvenes pasaba a un segundo plano y lo que importaba era el botín que el asesino serial podía obtener mediante el crimen.

Llegada la democracia (palabra que un contexto de pobreza, desigualdad y exclusión, está siempre vacía de contenido) la policía de la provincia de Buenos Aires –con excepciones que no vamos a detallar, para no distraernos de la hipótesis principal- continuó asesinando a pedido, extorsionando a empresas y empresarios y haciéndose de vidas y bienes ajenos, convirtiéndose en una amenaza o en un verdugo para esa ciudadanía a la que, según la fórmula universal, debía proteger y servir.

La novedad de nuestro asesino, en el ciclo democrático, es que pasó de la conciencia en sí a la conciencia para sí; esto es, comenzó a pensar y actuar corporativamente, protegiendo sus cajas tradicionales (la prostitución y la trata de personas, el juego clandestino, los peajes y la protección de negocios) y también las nuevas cajas (el tráfico y distribución de drogas, el tráfico de vehículos robados y autopartes, la liberación de zonas para la comisión de delitos mayores, la piratería del asfalto).

A la masa de trabajadores activos de la fuerza, como en todo sindicato que se precie, se sumaron los trabajadores pasivos (policías dados de baja, cesanteados o reciclados en servicios de vigilancia privada).

La teoría, lúdica, del crimen perfecto, al asesino serial lo tiene sin cuidado. Es un tema para la literatura o los aficionados. El que verdaderamente importa es el crimen cotidiano, espontáneo, desprolijo, masivo, imperfecto. Allí lo que se impone es el número, la cantidad, la masa de negocios y de asesinatos.

Puede haber, ocasionalmente, individuos de la fuerza procesados y encarcelados. Pero el objetivo principal se cumple gracias a una compleja red que involucra a los otros poderes del Estado. Porque se trata de garantizar, en todo momento, la impunidad, que es lo que hace que de verdad un crimen sea perfecto.

El policía de Baradero que disparó su escopeta en la espalda de un muchacho que huía en su moto dijo en su descargo que no sabía que estaba cargada con postas de plomo. Curiosamente, lo mismo alegó el policía de José León Suarez que mató con su escopeta, también por la espalda, a dos pibes de La Cárcova. El asesino tiene el mismo patrón para sus crímenes. Y utiliza el mismo manual para situaciones de emergencia o imprevistos.

Extorsiones y coartadas

Nuestro asesino serial –sigamos con la hipótesis- necesita del estado de derecho (convertido en una jungla leguleya) y necesita de la democracia (una democracia trunca, que no va acompañada de justicia). Uno le brinda impunidad y alimenta a diario, a través de los medios de comunicación de masas, ese perverso imaginario en donde los responsables del crimen organizado vendrían a ser los pibes, ángeles fieramente humanos a quienes en lugar del biberón se les dio el paco a corta edad, y en lugar del yoyó se les puso en las manos una pistola para matar. El estado de derecho demoniza a los hijos de la pobreza. Y la democracia trunca le sirve de coartada al asesino.

La democracia trunca, además, genera la víctima perfecta de la extorsión, porque produce cada año un gobernante o un candidato necesitado de garantías para continuar su carrera política; un sujeto que deberá dar claras señales a su electorado, de que está luchando a brazo partido contra la “inseguridad”. Así, van desfilando los ministros y secretarios de Seguridad. Llegan y se queman a velocidad, como fusibles de un tablero que –para seguir con la metáfora- está siempre en cortocircuito.

Y los mensajes del asesino serial a los gobernantes y candidatos, son siempre cadáveres. Cadáveres de pibes asesinados de frente o de costado o por la espalda. Cadáveres arrojados en el camino a la gloria de cualquier candidato, para recordarle que la corporación criminal existe y que no debe cometer el error de ignorarla.

Como en un sistema de cajas chinas, nuestro asesino serial bonaerense forma parte, con otros asesinos seriales, del mayor asesino serial y global de la historia, ese Moloch capitalista jamás imputado ni procesado por sus crímenes contra la humanidad, y que si no es descubierto y detenido a tiempo, va a terminar con la vida en el planeta.

Sin embargo (y esto es de lo poco bueno que nos pasa) la gente se pone de pie. La gente interpela y demanda al poder. En Baradero, en José León Suárez, en las cavas y las tosqueras donde aparecen a diario los cadáveres de sus chicos. Identificando al menos uno de los rostros del asesino. Y demandando justicia. Recordándole al poder que en una sociedad verdaderamente democrática la policía está, debe estar y finalmente estará para proteger y servir.

(Escrito para APe)

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The bread they bake in Cairo

Posted by tremalnaik en 11 febrero 2011

OSCAR TAFFETANI
February 2nd, 2011

«Egypt –we read in a history book that is already a hundred years old- is no longer under Turkish power because it has fallen in the commercial hands of powerful England. The people who are aware of the great misery that took over India when it was submitted to this same dominion can easily predict what fate is lying ahead for this unfortunate country. I demonstrated in a previous chapter in what serious state of deprivation the European speculators left the Egyptian workers, a few years ago, but that situation could be considered a sort of golden age in comparison with what is awaiting Egypt now. The fellah will be tyrannized like the Indian under one of those methodic formidable slow gears that squeeze and shred, noiselessly, until there is nothing left to extract. Regarding the ancient Arab monuments still standing in Cairo, they seem to be suffering the same luck as the Indian, disappearing quickly to be substituted by barracks and other similar buildings because demolition is happening with such speed that it will be over very soon”.

We once wrote –about this wonderful, diverse and inexhaustible continent Africa is- that it could be seen as Europe’s “Picture of Dorian Gray”, that is to say, a mirror that gives them back the exact image of the crimes that have been committed. And each golden lock and each manifestation of abundance of this metaphorical Dorian Gray will be corresponded with an obscure silhouette, of hunger and misery, painted on the portrait’s canvas.

We also asked ourselves, when the Royal Library of Alexandria was reopened in October 2002 during Hosni Mubarak’s government (and promoted by Unesco), what would happen with Egypt’s new generations when they started getting in touch through the Internet and new technologies with the shifting society of information and knowledge. We even made a list of books that had been curiously not included in the catalog, amusingly suggesting its purchase and exhibition on the shelves.

History answers any question we might ask, as always. It will be sooner or later, with a caress or a slap on the face, and it will always be an unmistakably human voice or cry what brings us back from daydreaming and desire to the rough territory we vulgarly call reality.

Addressed to those who fight

The news networks, following the procedure manual, round off the figures when they count the dead in the unprecedented popular uprising Egypt is experiencing. This is why they inform about the first 10, the first 50, the first 100 and now the 300. So far these people have got no name, or face, or identification marks.

Paradoxically, at a time in history with access to the largest number of electronic and digital means of communication, Mubarak’s vertical and despotic government (supported and backed up for decades by Israel and the United States, by the way) today uses, as security measure (their own security of course), a blocking of the Internet and mobile phone networks, which constitute a powerful democratic weapon in the hands of the young.

In relation to young people, who are the vast majority when it comes to mobilized multitudes, we will allow ourselves a quick calculation based on certain historic events. An Egyptian girl or boy born in 1967 -after the defeat of the Six-Day War which marked the decline of the dream of the Arab socialism, fostered by Nasser- today would be 44 years old. He would be a young adult. And if he or she had been born in 1981 -after the tragic death of President Anwar El Sadat, the beginning of the Mubarak cycle- they would be 30 today. This simple calculation tells us that the children, adolescents and young people from Cairo, big protagonists of the popular uprising that will do away with Mubarak’s regime and open a new era in the history of modern Egypt, do not carry in their memories the frustrations or inhibitions of their older generations. They are a reality in themselves and they do not have debts with the past.

Something new is taking place in Paris, Athens, Tunisia and Cairo (we randomly name some capital cities, but there are many more). Something new is happening and the protagonists are the young who have been excluded from the system. They fight for bread and work. They fight for their land. They cannot put up with bullying or militarism. They are not afraid. If at the pyramid’s apex –since we are talking about Egypt- they are not heard, they will find a way; they will find a furious jubilant way to get their voices across.

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Written for APe
English version: Carla Sazunic

 

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